La Profesionalización en Logística

A menudo usamos o escuchamos expresiones del estilo: “Rodríguez es muy profesional”. Probablemente estemos entendiendo conceptos tales como que sabe de lo que está hablando, es creíble, honesto, no se compromete a lo que no puede hacer, tiene buen criterio y experiencia y es apreciado por sus colegas. Este es el sentido en el cuál vamos a utilizar el término. El foco está puesto en el comportamiento responsable. Es fértil hoy y aquí, aunque –sin duda- no es igualmente válido en todos lados y no lo será aquí en algún momento.

En esa caracterización no entra el título profesional. Un logista puede ser ingeniero o economista y ser venal o poco confiable. Otro puede no haber pisado una universidad pero su conocimiento, buen juicio y ética lo hacen creíble. Diremos que el que actúa de forma profesional es –en este sentido- el segundo, no el primero.

Habiendo dicho esto, en la práctica observamos que existe una correlación entre profesionalización y título universitario originada en que el conocimiento, la capacidad de análisis y de esfuerzo que el estudio universitario ayuda a desarrollar, también sirven para la profesionalización en el sentido que aquí le asignamos.

Hasta ahí el criterio para hablar de profesionalización que hemos utilizado es subjetivo y –como tal- discutible.

Volviendo a los titulados universitarios, la logística es -cada vez más- un área de trabajo para jóvenes profesionales universitarios: ofrece oportunidades de desarrollo que requieren desarrollar actitudes tales como la toma de desafíos, la actualización permanente y la capacidad de escuchar a y aprender de quienes se formaron en la práctica, desde ejecutivos a camioneros. La logística plantea un campo de desarrollo siempre interesante del cuál pocos que la conocen de adentro desean salir.

La logística es usuaria de tecnología y de equipamientos complejos. En ella trabaja mucha gente y su impacto en la rentabilidad es importante. Pero la diferencia entre una logística de calidad y una mediocre la marcan los logistas de alta profesionalidad y visión que logran integrar el conjunto con una visión sistémica.

La logística es lo suficientemente nueva como para que sus practicantes no tengan estudios universitarios o los tengan, interrumpidos o completados, en carreras muy variadas. En general, no aún de logística. Muy frecuentemente, los logistas descubren que están trabajando en logística cuando hace un tiempo que están haciendo su trabajo dentro de ella.

Es interesante comparar con una disciplina que también fue surgiendo en la práctica, que tiene fronteras difusas con la nuestra y que se nutre de especialistas muy diversos: la Gestión de Proyectos. En este caso hay un examen (al que se accede con determinada experiencia) que certifica que los que lo aprueban (y lo mantiene en el tiempo) son especialistas certificados en Gestión de Proyectos. El organismo certificante (PMI) es de los EEUU. Allí hay otras entidades que certifican en otras especialidades. Parten de la base que hoy en día, en muchos casos, estudiamos una carrera y trabajamos en una interdisciplina vinclada a varias carreras profesionales y –sobre todo- a la práctica. Bien diferente a la concepción del título habilitante (médico, ingeniero civil, abogado, etc.) que tiene otro campo de aplicación, que es válido pero no es el único.

Así, si buscamos Profesionalización en Wikipedia comenzaremos con esta frase: “Este proceso tiende a implicar el establecimiento aceptable de cualificaciones de una Asociación o Colegio profesional para supervisar la conducta de los miembros de la profesión y un cierto grado de demarcación de los así calificados de los clasificados como amateurs. Esto crea una división jerárquica entre el gobierno autorizado de los perfiles profesionales y la diferente ciudadanía”. No es exactamente el enfoque que hoy podemos tomar en el Río de la Plata.

¿Cuál es el camino a una real profesionalización en logística? Para responder a esta pregunta me voy a centrar aquí en los caminos individuales, más que en los más generales como los sugeridos en la cita de Wikipedia o en el ejemplo del PMI.

En primer lugar, aprendemos haciendo, tomando decisiones en empresas y aprendiendo a pensarlas cada vez con más amplitud, porque las soluciones a un problema concreto con frecuencia están en otro lado de aquel en el cuál se manifiestan. Por ejemplo diseñar un depósito implica saber cuánto debemos guardar de cada tipo de artículos. Pero esto implica entender (y actuar, si fuera necesario) sobre la confiabilidad de transportes, proveedores y pronósticos. Para tomar decisiones debemos ampliar el alcance de nuestra visión más allá del alcance de nuestra acción.

Pero esto no alcanza. La frase de Kant “La práctica sin teoría es ciega y la teoría sin práctica es estéril” refleja una verdad que hemos vivido en nuestro desarrollo profesional.

La logística es una práctica que aplica ideas fuerza a empresas muy diversas. Crece, cambia, se diversifica y amplía su alcance y sus interrelaciones con otras disciplinas. Comprender ese crecimiento y como se puede aplicar a nuestra tarea concreta requiere actualizarse a través de lecturas de libros, revistas y newsletters y participar en jornadas o cursos de actualización y participar en congresos. De todos ellos podemos sacar reflexiones motivantes sobre sus tendencias e ideas sobre aplicaciones a ella de la tecnología. Para orientarnos tenemos que desarrollar un criterio propio que permita distinguir modas de tendencia, conceptos y tecnologías aplicables hoy aquí de otros que sólo lo serán eventualmente en un futuro.

La necesidad de elaborar un criterio propio y fundamentado de actualización es una razón más para formarse. La verdadera formación no acumula conocimientos sino que abre la cabeza a nuevas ideas y ayuda a desarrollar criterios.

Las empresas pueden hacer mucho para estimular la profesionalización. Que es particularmente clave en los momentos difíciles. La empresa no puede asegurar el empleo pero si puede estimular activamente la empleabilidad de sus colaboradores dándoles oportunidades y posibilitando su formación.

No podemos dejar de lado en estas reflexiones las preocupaciones éticas. Por un lado, las coimas existen y recibirlas es inmoral, sin matices ni atenuantes. Por otro lado los logistas vemos muchas cosas en nuestra empresa, proveedores, clientes y sindicatos. Algunas incluyen prácticas poco íntegras. Si estamos convencidos, utilizando inteligencia y eligiendo los momentos, interlocutores y formas, se pueden poner de manifiesto. En todo caso, cada uno sabe hasta dónde puede soportar estar en una empresa en la que no se siente cómodo.

Resumiendo, el camino para transformarse en logista depende de las oportunidades, pero sobre todo de una actitud individual de formarse, asumir responsabilidades y aprender a disfrutar el cambio.

Terminamos con algunas preguntas:

  • Si no se avanza, se retrocede. ¿Cuál es su propio plan de desarrollo?
  • ¿Qué significa ser íntegro en su trabajo?
  • La posibilidad de crecimiento no termina a los 45 años. ¿Usted lo entiende? ¿Su empresa?
  • El aprendizaje es un proceso continuo que nos acompañará toda la vida. ¿Qué aprendió en los últimos tres años? ¿Qué tratará de aprender en los próximos tres?