Artículo escrito para la edición especial Nro. 100 de la revista Cuestión Logística
Hace diez años comenzaba la formación sistemática en Logística en la Argentina. En aquél entonces, como docente universitario de la materia y –sobre todo- como director de Capacitación de Arlog, que en ese momento ponía en marcha su Programa de Formación en Logística, tenía en claro tres ideas-fuerza que siguen siendo válidas hoy:
- La logística debe enseñarse integradamente, no como una suma de cursos o conferencias, sino resaltando el hecho de que la solución de un problema dentro una disciplina se encuentra, casi siempre, en otra: así, el stock de seguridad disminuye si reducimos el tiempo requerido para procesar un pedido y transportarlo; el dimensionamiento de un depósito parte de analizar los inventarios; y transportar productivamente requiere disminuir las demoras en la carga y la descarga que se producen en depósitos y centros de distribución.
- La experiencia que traen los participantes es valiosa; éstos no son hojas en blanco y el aprendizaje también se da entre pares.
- Si bien el aporte como formadores de los profesionales que están trabajando en empresas es importante, la orientación y dirección de un programa de formación es una tarea de tiempo completo, que requiere aunar experiencia “en la cancha” con estudio, actualización y reflexión.
¿Cómo estamos hoy, mirados en el espejo de aquel momento?
Tenemos una oferta amplia y diversificada. Pero aquellos principios básicos, las más de las veces, se olvidan. Aún hoy se cae con frecuencia en el facilismo de llamar formaciones a ciclos de charlas confiados a especialistas en cada tema, sin que el enfoque integrador, que –precisamente- caracteriza a la logística, dé unidad y coherencia al conjunto. Queda, entonces, para quienes tenemos la responsabilidad de dirigir la formación en logística, la tarea de profundizar esta integración y profesionalización.
Del lado de la demanda, la realidad ha cambiado. Muchos se han formado y en general, cuando se habla de logística entre especialistas y directivos, se sabe de lo que se está hablando.
Con todo, los cuadros de dirección de la logística (muchos de ellos provenientes de otras áreas y funciones) tienden a pensar que la formación es algo que necesitan solamente sus colaboradores y no ellos mismos. Por otro lado, frecuentemente ponen el énfasis más en la chapa que en la calidad de la formación.
Esto pasa porque no se tiene claro que la formación no sirve para sumar información y diplomas, sino para poder tomar mejor decisiones en las complejas condiciones actuales. Para lograr que la formación permita mejorar la toma de decisiones se requiere que el docente limite el discurso para dar lugar a la discusión de casos (no de ejercicios) a partir de la cual se planteen, inductivamente, los nuevos conceptos. Todavía esto se ve poco. Lleva menos preparación la clase magistral. Pero no sirve.
Un aspecto en el que se ha avanzado es en la comprensión de la utilidad de la formación in company para abarcar al mismo tiempo temas culturales de una empresa (tales como la coexistencia de una cultura de los “históricos” y otra de los recién ingresados) con la necesidad de incorporar lenguaje y técnicas comunes que eleven la calidad de las decisiones del día a día y las doten de mayor coherencia.
Los logistas están cada vez más ocupados. La formación debe respetar sus tiempos concentrándose en mejorar la visión, la metodología docente y las competencias que potencien sus prácticas. La calidad de la formación se vuelve cada vez más el aspecto a desarrollar en la oferta y en la selección de la formación. Calidad que se logra con profesionalización de la docencia en logística, visión integradora, actualización y aplicabilidad.
Pablo Doregger es Director de CaliLog.