Por Ing. Pablo Doregger / Consultor y capacitador
Cuando comenzamos a difundir la logística en el Río de la Plata hace un cuarto de siglo, esta pregunta se la planteaban pocos. Desde entonces, el término logística pasó a estar en boca de todos, aunque a veces sus fronteras y conceptos se confunden por desconocimiento o por intereses sectoriales.
Para responder la pregunta hoy y aquí se necesita algo más que una definición: debemos identificar las influencias que modelan su práctica. Las caracterizaremos con unas pocas pinceladas:
- La logística es, en primer lugar, un enfoque integrador de funciones que existen hace mucho en las empresas. Lo nuevo es mirarlas en conjunto.
- Es también el campo de trabajo de muchos profesionales y especialistas que, aún hoy, no tienen claro qué es lo que tienen en común.
- La logística interactúa con la tecnología, que le abre continuamente nuevas oportunidades.
- Siendo un concepto relativo a las empresas, sus efectos sociales son más amplios: es un empleador importante y requiere obra pública para que la infraestructura sea eficiente. Sin embargo, la logística es muy diferente a la selección de prioridades, financiamiento y ejecución de la infraestructura.
- No es una moda, pero en ella entran las modas. Las mejores soluciones no son copias de las que se adoptan en los países desarrollados, simplemente porque nuestra realidad es diferente y la aplicación de los mismos conceptos básicos puede llevar aquí a otras soluciones.
- La tercerización del transporte y los depósitos es un tema logístico, pero no es el único ni hay una sola manera de hacerlo mejor. Sólo para los operadores logísticos, que son sólo una parte de la logística, es lo central.
- La logística la construyen día a día miles de personas en empresas bien diversas: públicas o privadas, industrias, de servicio, retailers, agrícolas y del medio académico. Está permanentemente en simbiosis con otros conocimientos y funciones.
Tomaremos una definición, sabiendo que no es única ni inmutable. “La logística es el proceso de planificación, operación y control del movimiento y almacenaje de mercancías desde la fuente de la materia prima hasta el punto de venta del producto terminado, con el propósito de satisfacer los requerimientos del cliente al menor costo efectivo total.” Eso decíamos al fundar la Asociación Argentina de Logística (ARLOG) traduciendo la definición del CLM, su homóloga norteamericana. Después, ellos cambiaron su definición y su propio nombre, englobándolos en el concepto de Supply Chain Management (SCM, en castellano gestión de la cadena de abastecimientos).
En esta definición nos situamos en una empresa industrial-comercial. En la de SCM vemos el entramado de empresas vinculadas como proveedoras y clientes.La definición no nos informa sobre el cómo. La mirada del logista está centrada en las interacciones entre diferentes gestiones: transportes, depósitos, inventarios, planeamiento, packaging de protección.
Muchas veces un problema que se manifiesta en un aspecto se resuelve gestionando mejor otro. Por ejemplo, diseñar un depósito requiere saber cuánto debemos guardar de cada artículo, determinar ésto requiere considerar la confiabilidad de los transportes y pronósticos. Esto nos lleva a preguntarnos cómo podemos aumentar esa confiabilidad.
Todo apuntando a soluciones balanceadas que contemplen equilibradamente el servicio al cliente, los costos y el capital inmovilizado en inventarios.
Pese a que la definición de logística no incluye la producción (cambios físico-químicos, armado) si entran en aquella los factores que condicionan la producción: abastecimiento, inventarios, necesidades comerciales. Por eso el planeamiento y control de la producción y los inventarios es una piedra angular de la logística, que justamente logra equilibrios entre factores, gestiones y sectores.
La forma de manejar estos equilibrios en una empresa puede inspirar soluciones aplicables a otra, en una rama diferente de la actividad económica. Requiere salir de un enfoque especializado que sabe cada vez más acercan de cada vez menos. Por el contrario, el logista es necesariamente un generalista.
¿Cómo no perder esta visión generalista si usamos sistemas, transportes y tecnologías cada vez más complejos?
La experiencia me ha mostrado que la clave está en la gente, trabajando en equipo. A menudo, ante cada problema, la mayor parte de los conocimientos para resolverlo está en la empresa: lo tienen especialistas pero no siempre ven que los problemas se manifiestan en una parte diferente de la estructura a la que los origina. Por eso es necesario desarrollar la visión sistémica.
Muchas veces las soluciones no se ven porque los paradigmas propios de la cultura de cada empresa restringen las alternativas consideradas. Para que la gente que debe resolver se destrabe, debe elevar su ámbito de visión más allá de su ámbito de acción e interaccionar mejor entre sí.
Las oportunidades están en las interfaces: entre personas y sectores, con proveedores y clientes, tanto internos como externos. La clave sigue siendo integrar funciones, información y visiones.